En
una colina, una figura esbelta y salvaje está observando este mismo espectáculo
aunque no con la misma complacencia de
un pájaro curioso o un mono.
Lía es una habitante y uno de los dueños de
este bosque desde algunos años. Lía fue exiliada por no acatar las reglas
estrictas de la tribu que la vio nacer. El bosque se ha convertido en su único
hogar. Llegó con su hermana Dyla y dos machos viejos, los machos movidos más
por el deseo terco de tener una nueva oportunidad, de funcionar como machos de
valía porque en la respectiva tribu donde se encontraban, habían sido ya sustituidos
por machos mucho más jóvenes y viriles que éstos, aún así, fueron capaces de
entregar cuatro hijos a las mujeres.
El grito de Dyla la ha puesto en alerta, y la
tierra ha comenzado a temblar por la repentina y masiva estampida de
cuadrúpedos a la vista. Lía ha levantado su lanza de no más de un metro de
longitud: un arma rudimentaria pero efectiva. Son cientos de bestias que corren
desbocadas, pero ella busca una en particular, el ñú elegido por su hermana. Una
banderilla enterrada y un movimiento peculiar delatará al cuadrúpedo porque los
arpones están cubiertos con la saliva ponzoñosa del lagarto de cola roja: un desagradable
habitante de los pantanos.
Ha logrado divisar la banderilla llamativa
enterrada antes al animal por su talentosa hermana. Reconocida la presa, tensa
los músculos; toma vuelo y arroja la lanza con todas sus fuerzas. Atina. Con la
doble dosis de veneno, el ñú termina por
desorientarse todavía más, para luego quedar rezagado con el resto de sus
compañeros, hasta quedar inmóvil. En el suelo es arrollado y pisado por la
manada.
Pronto
amarra a la criatura. Dyla llega poco después. Su presa queda bien sujeta. Ambas
tiran con fuerza para llevarse al pesado animal. El ñú es de un peso aproximado
de unos cien kilos. Todavía no está muerto, y no lo matarán porque el viaje
será largo y no quieren que se descomponga su valiosa carne. La criatura va
mugiendo mientras es arrastrada por el camino.
Diez
minutos después han sido interceptadas por un salvaje macho llamado Kión.
Hay alegría por parte de ellas.
El macho joven ha echado la pesada criatura
sobre su espalda. ¡Cien kilos!, nada más. Estos salvajes son grandes y muy
fuertes. Ellas aceptan la ayuda de muy buen agrado; lo siguen muy de cerca mientras
él marcha en sórdido silencio como le gusta.
Dyla le ha preguntado por su estado de salud, luego de observar que
el joven macho se resintió de un dolor en el costado izquierdo, en el instante
en que dio un paso en falso. Ambos bromean, y Lía desde atrás y a la distancia se
da cuenta de que entre Dyla y Kión existe una relación sospechosa.
La cabellera de Kión llega a sus hombros: es
dorada y ondulante. Está desnudo, o casi, porque un vello espeso, oscuro y
minúsculo recubre brazos, hombros, pecho, abdomen y muslos. Estos machos se
muestran siempre orgullosos de su viril cuerpo. De pequeños tienen la piel como
de ratones recién nacidos, con vellos
invisibles como el de las hembras adultas quienes gustan de mostrar sus redondos
senos, también orgullosas pero de su proporción que les otorga un encumbrado estatus.
Cuando llegan al campamento, los tres se
encuentran con el inesperado regreso infructuoso de los dos machos alfa del
grupo, quienes habiéndose cansado de su cacería, estaban a la espera de sus
hembras. Los dos son unos gigantes, y ni hablar de sus robustos cuerpos, que
aunque desgastados por la edad, tienen una masa muscular de consideración.
De inmediato uno, luego de distinguir al
joven en compañía de las dos hembras, se acerca y encara al muchacho; lo
derriba de un empujón y éste cae junto con su pesada carga. Kión está muy débil
por el camino recorrido. Zeej lo invita a levantarse, lo desafía y se desespera
de no hallar la respuesta que él desea obtener de su patético hijo. Lía, madre
de este joven, interviene. Kión aprovecha esto para retirarse. Dyla y Lía se
quedan discutiendo acerca de la celotipia justificada de Zeej.
El otro macho de nombre Ayón, los escucha,
sólo los escucha sin la intención de intervenir. Este macho tiene un
temperamento apacible. Comprende la repentina actitud de su compañero, quien
durante mucho tiempo fungió como macho dominante. En los clanes es muy común
que un macho alfa maltrate física y psicológicamente a los integrantes de su grupo,
en especial a los jóvenes machos. Incluso hasta tiene permitido matar al que le
resulte como prescindible o que le falte el respeto.
***
En un claro dentro del bosque se encuentra
Devki, la hija de Dyla. Devki es una hembra adolescente. Su piel es de un tono
acanelado. Su cabello es de color blanco con mechones azulados, muy distinto al
color dorado de los machos. Las hembras
de muy jóvenes tienen toda la cabeza blanca y conforme crecen, van saliendo de
forma azarosa los mechones graciosos de color azul.
De
repente Devki gira la cabeza hacia un lado para ver pasar a Kión, quien camina iracundo
en un escape obligado hacia la soledad que prefiere. Las gemelas están jugando
a hacer pasteles de lodo. Están siendo cuidadas por su paciente prima. ¡Kión!,
grita al verlo una de las pequeñas, pero su hermano no la ha escuchado o no ha querido
detenerse.
De pequeños Devki y Kión siempre pelearon
con uñas y mordiscos. Pero en una ocasión Kión enfermó, tan severamente que la
enfermedad casi le arrastra hasta la muerte. Kión no lo supo pero Devki lloró
de manera inconsolable y conmovedora durante todos esos días hasta que recuperó
la salud el joven.
Distraído me encuentro en estos recuerdos
cuando, un objeto me golpea, y precipitado caigo al suelo, víctima de la
gravedad. “¡Le di, le di!”, dice una de las niñas, y es cuando me doy cuenta
que he cometido un error fatal, al dejarme notar por la especie estudiada.
Devki
y las niñas me miran con curiosidad y fascinación. Me están confundiendo por un
pájaro debido a que tengo dos extremidades posteriores, además de un par de
alas con forma de plato. Intento mover mis metálicas alas cosa que me resulta
imposible porque me tienen bien sujeto.
Las tres me llevaron con sus madres, y
tanto Lía como Dyla igual me escudriñan de pies a cabeza. Extendieron una de
mis alas, tanto, que liberé un chillido
para satisfacerlas. Había imaginado que me encerrarían hasta que las baterías se agotaran, cosa que no sucedió. Le fue muy difícil
a las niñas separarse de mí, luego de que Lía les aconsejara entregar libertad
al que se lo merecía.
***
Los
días de invierno son los más difíciles sin embargo los cuerpos de los machos
están tan bien adaptados a la hambruna que no necesitan comer,
sorprendentemente hasta por más de dos meses; principalmente porque dentro de
todo ese volumen muscular conservan grandes cantidades de proteínas, entregadas
por la luz de su divina estrella.
Sucede cuando la estrella Hunt hace su
aparición en el cielo nocturno, y, es durante todo este tiempo, desde que sale hasta
que se oculta el astro, cuando las hembras pueden embarazarse.
El vello espeso y de color oscuro que sale
de la ancha espalda de los machos, captura toda la energía luminosa de la
estrella de Hunt para transformarla en una sustancia química y viscosa que
ellos necesitan para la copulación y la resistencia inmunológica de su raza.
Los cuerpos de los machos comienzan a brillar en la oscuridad, debiéndose al oxigeno
que entra por ciertos orificios dentro de los vellos y donde existen ciertas
células productoras de luz. El oxigeno se combina con una sustancia química que
crea su organismo, formándose así un compuesto inestable, y que cuando éste
regresa a su estado normal, ocurre la emisión de luz. Ellos en realidad brillan
cuando reciben la luz de Hunt.
Los machos se quedan un par de horas hasta
que se cargan completamente de la luz Hunt; después les hacen el amor vigorosamente
a sus hembras.
Los machos dominantes son los que se
encargan de proporcionar este placer a sus mujeres, mientras que el resto debe
esperar a que se cansen los primeros. También los niños reciben la luz líquida
de Hunt pero no de la forma sexual, sino de una forma más paterna. Resulta que
a los machos les crecen los senos cuando se cargan
con la luz de Hunt. Tienen los senos hinchados por la valiosa sustancia. La luz
de Hunt se encuentra en todo su organismo, incluso en la saliva que liberan de
sus bocas. Es común ver a los pequeños ser
amamantados por los machos sometidos, y que pueden ser los hermanos mayores o
los viejos que ya han dejado de ser productivos (acto que no les satisface pero
si lo cumplen al pie de la letra, pueden recibir una recompensa, dependiendo
qué tan buen trabajo hicieron con los pequeños).
Este año, a las adolescentes como Devki ya
no las amamantarán como a los pequeños, sino que ahora pasarán a la posición de
amante de los machos dominantes. Para
dárselo a saber, las obligan a absorber la luz de Hunt del miembro erecto de
uno de estos machos.
De no
recibir la luz de Hunt, esta raza no suele vivir hasta el próximo asomo de la nueva
estrella.
La estrella hará su aparición en los
siguientes meses: razón por la cual me encuentro en observación.
En las praderas están las tribus, tribus de
al menos unos cincuenta miembros cada
una. Se reparten el territorio y pocas son las veces que se disputan alguna
línea fronteriza. Las praderas son largas extensiones de tierra por lo que, hay
espacio suficiente para contener a incontables
tribus. En los días cuando hay mucha comida como es el caso de ahora,
hasta se dan el lujo de usar la caza de ñús como un entretenimiento para no
aburrirse. También hay luchas entre los machos quienes disputan alguna posición
de mando dentro de la tribu; muy pocos son los que ascienden de rango en esta
temporada. Los que pierden, son sometidos a la burla y el desdén; avergonzados
mejor se retiran a probar suerte en alguna otra tribu, lo más lejos posible de
donde sufrieron la derrota. Las hembras suelen rechazar a los machos fracasados,
y lo que es peor, una derrota puede mantenerse en la memoria de varias
generaciones; para ellos es difícil borrar este estigma maldito. Por otra
parte, los machos dominantes pocas veces son retados, principalmente porque
ellos tienen algunas ventajas con sus contrincantes antes de comenzar la
batalla, como por ejemplo, sus rivales llegan ya cansados por contender con al
menos dos peleadores anteriores y es por esto que muchos prefieran mejor pasar
su vida en un nivel debajo de los machos dominantes, lo que no quiere decir que
dejen de intentarlo, es decir, que muchos machos sometidos suelen buscar en
alguna otra parte lo que no se atreven a intentar en su propia tribu. Una
demostración sucedió hace poco, cuando un grupo de machos fueron a atacar una tribu pequeña y aislada,
ahí sucedió que mataron a los machos alfa y violaron a las hembras, adueñándose de la tribu sin que nadie objetara
de este horrible hecho.
***
Dyla
fue a buscar a Kión hasta su zona de guardia para ofrecerle algo de
comer; allí se queda varias horas a platicar con él; Ayón los ha visto pero no
ha intervenido ni dicho nada a su compañero Zeej, quien últimamente anda detrás
de Devki. A ella no le interesa Zeej, y lo ha puesto de manifiesto muchas veces
con su tajante actitud de rechazo. Zeej no puede obligarla a aceptarle como su
amante, además de que no ha recibido el ritual obligado y que se realiza cuando
aparece la estrella de Hunt. Este año Devki deberá aceptar que pertenecerá a
Zeej. Lo sabe. Zeej desconoce que Devki y Dyla han estado dialogando en secreto.
***
Devki ha llegado al campamento con las
lágrimas saltando por los bordes de sus ojos, y es que Zeej ha intentado
poseerla por la fuerza, algo que Lía, su tía, no está dispuesta a tolerar. Le
ha comunicado a Ayón la terrible falta que ha cometido Zeej, sin apegarse al obligatorio
ritual. Éste se ha negado a laborar en contra de su compañero y amigo a como se
lo ha exigido Lía. Lía se enfada con Ayón. Lía lo ha llamado “cobarde”. Ayón
decide ignorarla y se marcha a paso resignado a buscar a su amigo.
***
Zeej
está cansado. Las mujeres ya no quieren estar con él. Y él sabe a qué se debe la
razón. Piensa en deshacerse del “problema” y se precipita a buscarlo.
Cuando lo encuentra, lo sorprenden en pleno
acto sexual con la hembra Dyla, amante de Zeej. Ella está con el culo hacia
arriba, la espalda combada, jadeando y recibiendo los embates agresivos de la
pelvis poderosa de Kión.
Zeej
se ha lanzado con todo su pesado cuerpo a embestir a Kión, derribándolo y
llevándose en su paso a la hembra Dyla, quien se aparta de los machos de
inmediato para salvar su vida. Zeej está envuelto en una ira irracional que
hace llamear sus ojos. Los dos ruedan por el suelo tratando de asestar el golpe
mortal.
Dyla
ha encontrado los ojos de Ayón. Dyla le suplica que no intervenga. Ayón finge
que no escucha.
Dyla sabe
que si Kión vence a Zeej, tendrá la posición de macho alfa.
Zeej y Kión tratan de buscar acomodar los
golpes a la garganta, porque es el único sitio vulnerable a un puñetazo
poderoso. Es una batalla típica entre machos.
Después de varios minutos se está haciendo evidente la fuerza disminuida
de Zeej ocasionado por la edad. Ayón sigue escuchando a Dyla, quien llora a su
lado con una enternecedora emotividad.
Ayón decide actuar. Es increíble la
fortaleza que aún tiene este viejo macho, porque ha arrojado a Kión hacia un
lado y ahora está sujetando a su amigo Zeej para que no continúe más con la riña.
Habla y trata de convencerlo de que no siga. Zeej está bufando, y no deja de
mirar con rencor y odio profundo a quien
en una ocasión, lo amamantó y en sus brazos con suma ternura pudo llamarlo
hijo.
Zeej desiste. Da media vuelta y se marcha.
Meses
después encuentran su cadáver dentro del bosque.
***
Ayón se encuentra amamantando a las dos
niñas mientras su cuerpo aún brilla. Lía lo observa con enternecedora mirada.
En el bosque y debajo de la cúpula celeste
se encuentra Devki, quien está succionando con voracidad, de un pene generoso y
erecto, la densa luz dadora de vida. Orgullosa, su madre la observa. Una vez
que concluya el ritual, ella se retirará al campamento donde dormirá satisfecha,
sabiendo que se ha convertido, igual que su madre, en la amante del muchacho
quien ahora es el nuevo macho alfa del grupo.
Me cuesta difícil creer que estas criaturas
hayan evolucionado de la tan orgullosa y original especie humana. Me cuesta
trabajo creer que alguna vez sus antepasados fueron los amos de su sistema
solar.