"Para escribir se debe echar todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad y hasta la felicidad". Faulkner

martes, 9 de octubre de 2012

Alfa

  
 Tras regresar las lluvias nuevamente el bosque se convierte en un extenso puente de salvación para los innumerables rebaños que lo cruzan, a fin de evitar las zonas inundadas y fangosas, plagadas de cocodrilos y animales carroñeros. La monumental manada compuesta en su mayoría de ñús, movida esencialmente por el hambre, ahora se dirige a un ritmo acelerado hacia las bastas praderas donde habrá mucho césped que devorar. Aplastan y rompen la hierba crecida como pequeños tanquecitos. Se hacen amos de los senderos y al parecer, no habrá nada que pueda cambiar su trayecto.
    En una colina, una figura esbelta y salvaje está observando este mismo espectáculo aunque no con la misma complacencia  de un pájaro curioso o un mono.
   Lía es una habitante y uno de los dueños de este bosque desde algunos años. Lía fue exiliada por no acatar las reglas estrictas de la tribu que la vio nacer. El bosque se ha convertido en su único hogar. Llegó con su hermana Dyla y dos machos viejos, los machos movidos más por el deseo terco de tener una nueva oportunidad, de funcionar como machos de valía porque en la respectiva tribu donde se encontraban, habían sido ya sustituidos por machos mucho más jóvenes y viriles que éstos, aún así, fueron capaces de entregar cuatro hijos a las mujeres.
    El grito de Dyla la ha puesto en alerta, y la tierra ha comenzado a temblar por la repentina y masiva estampida de cuadrúpedos a la vista. Lía ha levantado su lanza de no más de un metro de longitud: un arma rudimentaria pero efectiva. Son cientos de bestias que corren desbocadas, pero ella busca una en particular, el ñú elegido por su hermana. Una banderilla enterrada y un movimiento peculiar delatará al cuadrúpedo porque los arpones están cubiertos con la saliva ponzoñosa del lagarto de cola roja: un desagradable habitante de los pantanos.
    Ha logrado divisar la banderilla llamativa enterrada antes al animal por su talentosa hermana. Reconocida la presa, tensa los músculos; toma vuelo y arroja la lanza con todas sus fuerzas. Atina. Con la doble dosis de veneno, el ñú  termina por desorientarse todavía más, para luego quedar rezagado con el resto de sus compañeros, hasta quedar inmóvil. En el suelo es arrollado y pisado por la manada.
    Pronto amarra a la criatura. Dyla llega poco después. Su presa queda bien sujeta. Ambas tiran con fuerza para llevarse al pesado animal. El ñú es de un peso aproximado de unos cien kilos. Todavía no está muerto, y no lo matarán porque el viaje será largo y no quieren que se descomponga su valiosa carne. La criatura va mugiendo mientras es arrastrada por el camino.
    Diez minutos después han sido interceptadas por un salvaje macho llamado Kión.
    Hay alegría por parte de ellas.
    El macho joven ha echado la pesada criatura sobre su espalda. ¡Cien kilos!, nada más. Estos salvajes son grandes y muy fuertes. Ellas aceptan la ayuda de muy buen agrado; lo siguen muy de cerca mientras él marcha en sórdido silencio como le gusta.
    Dyla le ha preguntado  por su estado de salud, luego de observar que el joven macho se resintió de un dolor en el costado izquierdo, en el instante en que dio un paso en falso. Ambos bromean, y Lía desde atrás y a la distancia se da cuenta de que entre Dyla y Kión existe una relación sospechosa.
    La cabellera de Kión llega a sus hombros: es dorada y ondulante. Está desnudo, o casi, porque un vello espeso, oscuro y minúsculo recubre brazos, hombros, pecho, abdomen y muslos. Estos machos se muestran siempre orgullosos de su viril cuerpo. De pequeños tienen la piel como de  ratones recién nacidos, con vellos invisibles como el de las hembras adultas quienes gustan de mostrar sus redondos senos, también orgullosas pero de su proporción que les otorga un encumbrado estatus.
    Cuando llegan al campamento, los tres se encuentran con el inesperado regreso infructuoso de los dos machos alfa del grupo, quienes habiéndose cansado de su cacería, estaban a la espera de sus hembras. Los dos son unos gigantes, y ni hablar de sus robustos cuerpos, que aunque desgastados por la edad, tienen una masa muscular de consideración.
    De inmediato uno, luego de distinguir al joven en compañía de las dos hembras, se acerca y encara al muchacho; lo derriba de un empujón y éste cae junto con su pesada carga. Kión está muy débil por el camino recorrido. Zeej lo invita a levantarse, lo desafía y se desespera de no hallar la respuesta que él desea obtener de su patético hijo. Lía, madre de este joven, interviene. Kión aprovecha esto para retirarse. Dyla y Lía se quedan discutiendo acerca de la celotipia justificada de Zeej.
    El otro macho de nombre Ayón, los escucha, sólo los escucha sin la intención de intervenir. Este macho tiene un temperamento apacible. Comprende la repentina actitud de su compañero, quien durante mucho tiempo fungió como macho dominante. En los clanes es muy común que un macho alfa maltrate física y psicológicamente a los integrantes de su grupo, en especial a los jóvenes machos. Incluso hasta tiene permitido matar al que le resulte como prescindible o que le falte el respeto.

***

    En un claro dentro del bosque se encuentra Devki, la hija de Dyla. Devki es una hembra adolescente. Su piel es de un tono acanelado. Su cabello es de color blanco con mechones azulados, muy distinto al color dorado  de los machos. Las hembras de muy jóvenes tienen toda la cabeza blanca y conforme crecen, van saliendo de forma azarosa los mechones graciosos de color azul.
    De repente Devki gira la cabeza hacia un lado para ver pasar a Kión, quien camina iracundo en un escape obligado hacia la soledad que prefiere. Las gemelas están jugando a hacer pasteles de lodo. Están siendo cuidadas por su paciente prima. ¡Kión!, grita al verlo una de las pequeñas, pero su hermano no la ha escuchado o no ha querido detenerse. 
    De pequeños Devki y Kión siempre pelearon con uñas y mordiscos. Pero en una ocasión Kión enfermó, tan severamente que la enfermedad casi le arrastra hasta la muerte. Kión no lo supo pero Devki lloró de manera inconsolable y conmovedora durante todos esos días hasta que recuperó la salud el joven.
    Distraído me encuentro en estos recuerdos cuando, un objeto me golpea, y precipitado caigo al suelo, víctima de la gravedad. “¡Le di, le di!”, dice una de las niñas, y es cuando me doy cuenta que he cometido un error fatal, al dejarme notar por la especie estudiada.
    Devki y las niñas me miran con curiosidad y fascinación. Me están confundiendo por un pájaro debido a que tengo dos extremidades posteriores, además de un par de alas con forma de plato. Intento mover mis metálicas alas cosa que me resulta imposible porque me tienen bien sujeto.      
    Las tres me llevaron con sus madres, y tanto Lía como Dyla igual me escudriñan de pies a cabeza. Extendieron una de mis alas, tanto, que  liberé un chillido para satisfacerlas. Había imaginado que me encerrarían hasta que las baterías  se agotaran, cosa que no sucedió. Le fue muy difícil a las niñas separarse de mí, luego de que Lía les aconsejara entregar libertad al que se lo merecía.  

***

Los días de invierno son los más difíciles sin embargo los cuerpos de los machos están tan bien adaptados a la hambruna que no necesitan comer, sorprendentemente hasta por más de dos meses; principalmente porque dentro de todo ese volumen muscular conservan grandes cantidades de proteínas, entregadas por la luz de su divina estrella.
    Sucede cuando la estrella Hunt hace su aparición en el cielo nocturno, y, es durante todo este tiempo, desde que sale hasta que se oculta el astro, cuando las hembras pueden embarazarse.
    El vello espeso y de color oscuro que sale de la ancha espalda de los machos, captura toda la energía luminosa de la estrella de Hunt para transformarla en una sustancia química y viscosa que ellos necesitan para la copulación y la resistencia inmunológica de su raza. Los cuerpos de los machos comienzan a brillar en la oscuridad, debiéndose al oxigeno que entra por ciertos orificios dentro de los vellos y donde existen ciertas células productoras de luz. El oxigeno se combina con una sustancia química que crea su organismo, formándose así un compuesto inestable, y que cuando éste regresa a su estado normal, ocurre la emisión de luz. Ellos en realidad brillan cuando reciben la luz de Hunt.
    Los machos se quedan un par de horas hasta que se cargan completamente de la luz Hunt; después les hacen el amor vigorosamente a sus hembras.
    Los machos dominantes son los que se encargan de proporcionar este placer a sus mujeres, mientras que el resto debe esperar a que se cansen los primeros. También los niños reciben la luz líquida de Hunt pero no de la forma sexual, sino de una forma más paterna. Resulta que a los machos les crecen los senos cuando se cargan con la luz de Hunt. Tienen los senos hinchados por la valiosa sustancia. La luz de Hunt se encuentra en todo su organismo, incluso en la saliva que liberan de sus bocas. Es común ver a los pequeños  ser amamantados por los machos sometidos, y que pueden ser los hermanos mayores o los viejos que ya han dejado de ser productivos (acto que no les satisface pero si lo cumplen al pie de la letra, pueden recibir una recompensa, dependiendo qué tan buen trabajo hicieron con los pequeños).
    Este año, a las adolescentes como Devki ya no las amamantarán como a los pequeños, sino que ahora pasarán a la posición de amante de los machos dominantes. Para dárselo a saber, las obligan a absorber la luz de Hunt del miembro erecto de uno de estos machos.
    De no recibir la luz de Hunt, esta raza no suele vivir hasta el próximo asomo de la nueva estrella.
    La estrella hará su aparición en los siguientes meses: razón por la cual me encuentro en observación.
    En las praderas están las tribus, tribus de al menos unos cincuenta  miembros cada una. Se reparten el territorio y pocas son las veces que se disputan alguna línea fronteriza. Las praderas son largas extensiones de tierra por lo que, hay espacio suficiente para contener a incontables  tribus. En los días cuando hay mucha comida como es el caso de ahora, hasta se dan el lujo de usar la caza de ñús como un entretenimiento para no aburrirse. También hay luchas entre los machos quienes disputan alguna posición de mando dentro de la tribu; muy pocos son los que ascienden de rango en esta temporada. Los que pierden, son sometidos a la burla y el desdén; avergonzados mejor se retiran a probar suerte en alguna otra tribu, lo más lejos posible de donde sufrieron la derrota. Las hembras suelen rechazar a los machos fracasados, y lo que es peor, una derrota puede mantenerse en la memoria de varias generaciones; para ellos es difícil borrar este estigma maldito. Por otra parte, los machos dominantes pocas veces son retados, principalmente porque ellos tienen algunas ventajas con sus contrincantes antes de comenzar la batalla, como por ejemplo, sus rivales llegan ya cansados por contender con al menos dos peleadores anteriores y es por esto que muchos prefieran mejor pasar su vida en un nivel debajo de los machos dominantes, lo que no quiere decir que dejen de intentarlo, es decir, que muchos machos sometidos suelen buscar en alguna otra parte lo que no se atreven a intentar en su propia tribu. Una demostración sucedió hace poco, cuando un grupo de machos  fueron a atacar una tribu pequeña y aislada, ahí sucedió que mataron a los machos alfa y violaron a las hembras,  adueñándose de la tribu sin que nadie objetara de este horrible hecho.


***

    Dyla  fue a buscar a Kión hasta su zona de guardia para ofrecerle algo de comer; allí se queda varias horas a platicar con él; Ayón los ha visto pero no ha intervenido ni dicho nada a su compañero Zeej, quien últimamente anda detrás de Devki. A ella no le interesa Zeej, y lo ha puesto de manifiesto muchas veces con su tajante actitud de rechazo. Zeej no puede obligarla a aceptarle como su amante, además de que no ha recibido el ritual obligado y que se realiza cuando aparece la estrella de Hunt. Este año Devki deberá aceptar que pertenecerá a Zeej. Lo sabe. Zeej desconoce que Devki y Dyla han estado dialogando en secreto.  

***

    Devki ha llegado al campamento con las lágrimas saltando por los bordes de sus ojos, y es que Zeej ha intentado poseerla por la fuerza, algo que Lía, su tía, no está dispuesta a tolerar. Le ha comunicado a Ayón la terrible falta que ha cometido Zeej, sin apegarse al obligatorio ritual. Éste se ha negado a laborar en contra de su compañero y amigo a como se lo ha exigido Lía. Lía se enfada con Ayón. Lía lo ha llamado “cobarde”. Ayón decide ignorarla y se marcha a paso resignado a buscar a su amigo.

***

    Zeej está cansado. Las mujeres ya no quieren estar con él. Y él sabe a qué se debe la razón. Piensa en deshacerse del “problema” y se precipita a buscarlo.
    Cuando lo encuentra, lo sorprenden en pleno acto sexual con la hembra Dyla, amante de Zeej. Ella está con el culo hacia arriba, la espalda combada, jadeando y recibiendo los embates agresivos de la pelvis poderosa de Kión.
    Zeej se ha lanzado con todo su pesado cuerpo a embestir a Kión, derribándolo y llevándose en su paso a la hembra Dyla, quien se aparta de los machos de inmediato para salvar su vida. Zeej está envuelto en una ira irracional que hace llamear sus ojos. Los dos ruedan por el suelo tratando de asestar el golpe mortal.
    Dyla ha encontrado los ojos de Ayón. Dyla le suplica que no intervenga. Ayón finge que no escucha.
    Dyla sabe  que si Kión vence a Zeej, tendrá la posición de macho alfa.
    Zeej y Kión tratan de buscar acomodar los golpes a la garganta, porque es el único sitio vulnerable a un puñetazo poderoso. Es una batalla típica entre machos.
     Después de varios minutos se está haciendo evidente la fuerza disminuida de Zeej ocasionado por la edad. Ayón sigue escuchando a Dyla, quien llora a su lado con una enternecedora emotividad.
    Ayón decide actuar. Es increíble la fortaleza que aún tiene este viejo macho, porque ha arrojado a Kión hacia un lado y ahora está sujetando a su amigo Zeej para que no continúe más con la riña. Habla y trata de convencerlo de que no siga. Zeej está bufando, y no deja de mirar con rencor  y odio profundo a quien en una ocasión, lo amamantó y en sus brazos con suma ternura pudo llamarlo hijo.
    Zeej desiste. Da media vuelta y se marcha.
    Meses después encuentran su cadáver dentro del bosque.

***
   
    Ayón se encuentra amamantando a las dos niñas mientras su cuerpo aún brilla. Lía lo observa con enternecedora mirada.
    En el bosque y debajo de la cúpula celeste se encuentra Devki, quien está succionando con voracidad, de un pene generoso y erecto, la densa luz dadora de vida. Orgullosa, su madre la observa. Una vez que concluya el ritual, ella se retirará al campamento donde dormirá satisfecha, sabiendo que se ha convertido, igual que su madre, en la amante del muchacho quien ahora es el nuevo macho alfa del grupo.
    Me cuesta difícil creer que estas criaturas hayan evolucionado de la tan orgullosa y original especie humana. Me cuesta trabajo creer que alguna vez sus antepasados fueron los amos de su sistema solar.